La abuela está trémula,
aquella esbelta de paso fino,
hay que llevarla de brazos,
ha perdido sus pétalos,
la que era como una flor,
el tiempo dejo sus huellas en su piel,
su paso no fue ligero,
no se puede esconder.
La que era sabia y prudente,
hoy olvida donde dejó el café,
murió la radiante juventud,
por estocada de la vejez.
El árbol que una vez fue frondoso,
hoy esta vuelto cenizas,
la muerte coquetea,
y se asoma de prisa.
Doña Prosa, mujer sabia y llena de múltiples virtudes.