Imagina que sobre una mesa triangular sostenida por tres patas vas a intentar construir un enorme castillo. No te atreverías a pararte de esa mesa sabiendo que una de sus patas está rota.
El amor trascendente tiene tres características fundamentales:
Primer Pilar: Intimidad Emocional
Ésta se da únicamente mediante comunicación profunda al compartir sin arreglos ni selecciones todos los sentimientos; al hablar con el corazón; al exteriorizar dudas, temores, ambiciones, sueños, preocupaciones, alegrías, penas; al confesar los yerros del presente y del pasado; al descubrir ante la persona amada el lado oculto ( y desconocido por otros) de nuestro ser. La intimidad emocional es la confianza absoluta, complicidad, integración, alianza. Cuando ésta existe, se interpreta rápida y correctamente el lenguaje corporal, se detecta el verdadero estado anímico del compañero (desapercibido para los demás) aunque no haya vocablos de por medio.
Segundo Pilar: Afinidad Intelectual
Las personas no están hechas solo de emociones, están hechas también de IDEAS. Para nutrirse de los pensamientos del otro se requiere de una correspondencia intelectual capaz de cumplir puntos de vista complementarios. Las personas pueden tener la capacidad de comunicarse íntimamente, pero si no poseen una forma similar de raciocinio respecto a los conceptos fundamentales como el trabajo, los valores, la religión, el sexo, la educación de los hijos, el tiempo libre, la organización familiar, etc., no se enriquecen mentalmente durante su convivencia, terminan excluyéndose, el uno al otro, de gran parte de sus actividades.
Tercer Pilar: Atracción Química
Si tienes con tu pareja intimidad emocional, puedes decir que es tu amiga; si además se complementan en ideas, puedes considerarla tu compañera. Pero falta un último punto indispensable para anudar el lazo del amor: también puede llegar a ser tu amante. Esto se consigue con la atracción química. Y no me refiero al gusto corporal, pues es frecuente considerar hermosa a una persona sin sentir ningún interés por ella. La apariencia es algo superficial y vano. Lo que enciende el magnetismo entre dos individuos no es un fenómeno físico sino químico.
-Extracto “Juventud en Éxtasis” (Carlos Cuauhtémoc Sánchez)