Por Lynn Marcelle Felix Valdez
Las calles de mi ciudad están pintadas de paisajes que rebosan de colores.
De lugares que desbordan belleza y esplendor.
Pero también están llenas de dolor.
Llenas de esquinas que dibujan la injusticua sin pudor.
Llenas de aceras que no dejan a los niños jugar.
Llenas del grito de una madre que sale a lamentarse por la perdida de un hijo.
Llenas de niñas que no volverán a ser niñas.
Llenas de sueños que han sido pisoteados y puertas que han sido cerradas.
Llenas de discriminación, racismo y corrupción.
Las calles de mi ciudad siguen llenas de un mendigo que pide pan y a la vez de ciegos selectivos que miran solamente lo que quieren mirar.
Las calles de mi ciudad son un teatro y todos intenta tener un papel.
Las calles de mi ciudad son historia; la que no queremos contar, la que cuesta contar, la que inventamos y la que realmente es.
Mis calles están tristes porque han sido ensuciadas por la doble moral.
Al final estas son las calles de mi ciudad, que brillan de día y se lamentan cada noche.
¡Claman por un país mejor!