Dakar abre un espacio que muestra las aportaciones africanas al mundo y aspira a convertirse en el referente cultural del continente
Ha tenido que pasar medio siglo para que el sueño de Léopold Sédar Senghor, el poeta primer presidente de Senegal, se hiciera realidad. El pasado diciembre abrió sus puertas en Dakar el Museo de las Civilizaciones Negras, que hace un recorrido por la cultura, las creencias y el saber de los pueblos negroafricanos desde la antigüedad hasta la creación contemporánea. La mayor parte de las 500 piezas expuestas han sido donadas para la ocasión por otros museos y faltan muchos paneles identificativos, pero este nuevo espacio pretende ir completando sus enormes salas y convertirse en un referente en toda África.
El edificio es imponente. Construido en apenas dos años por el Gobierno chino sobre una superficie de 14.000 metros cuadrados y con un coste de 30 millones de euros, está inspirado en una cabaña impluvium típica de Casamance, región del sur de Senegal, de planta redonda y tres pisos de altura. En el centro, un gigantesco baobab de hierro esculpido por el artista haitiano Édouard Duval-Carrié confirma las intenciones del museo, el más grande del país y uno de los mayores de África con capacidad para 18.000 piezas, de convertirse en un abrazo entre ayer y hoy y entre todas las culturas negras, las africanas y las de la diáspora.
“No tenía ni idea de que la metalurgia del hierro nació en el continente africano 2.500 años antes de Cristo”, asegura Seynabou Diallo, una joven estudiante que la pasada semana visitó el museo por primera vez. “A mí lo que me ha gustado es la historia del hueso de Ishango, la primera calculadora del mundo que fue grabada hace 20.000 años en un peroné de babuino y fue descubierta en la ribera del lago Eduardo”, responde con una pizca de orgullo su compañero Omar Diallo.