A la hora de buscar el jugador capaz de llenar uno de los vacíos más grandes de la historia de la NBA (reemplazar a LeBron James como rostro de este deporte), ¿por qué no elegir a quien, literalmente, es la estrella de mayor estatura de este deporte hoy en día?
Cuando se revisa la lista de elementos que permitirían a un jugador convertirse en el rostro de la NBA, Joel Embiid cumple con todas y cada una de ellas.
Para comenzar, el camerunés es un tremendo jugador. A pesar de haberse ausentado durante dos temporadas y la mayoría de una tercera debido a lesiones, el joven de 24 años es una de las estrellas más talentosas de la NBA. Es un eje eficiente de la ofensiva de los Philadelphia 76ers y ancla masiva de la defensiva del equipo, lo cual lo convierte en uno de los jugadores más valiosos de la liga. Su ascenso ha sido la mayor razón por la cual los 76ers han surgido de los escombros de “El Proceso” hasta convertirse en uno de los equipos de la liga.
Aparte de ello, Embiid cuenta con una personalidad específicamente creada para el ambiente mediático de hoy. Su juego en redes sociales (bien sea en sus publicaciones en Instagram o Twitter) es entretenido y juega para las cámaras prácticamente en toda ocasión. Embiid es, en todos los sentidos, la personificación moderna de Shaquille O’Neal: otra persona quien, en su momento, podía considerarse como rostro de la liga.
Entonces, ¿por qué no Embiid? Pues bien, el motivo más obvio radica en su largo historial de lesiones. Incluso hoy en día, cada vez que cae al suelo, todos los presentes aguantan la respiración hasta tanto logre levantarse. La combinación de sus lesiones previas y su contextura verdaderamente masiva hacen, comprensiblemente, que los escépticos se pregunten si él puede permanecer en la cancha.
A pesar de ello, durante el pasado año y medio, ha estado disponible en la mayoría de las ocasiones. Todos los aficionados al baloncesto aspiran a que ese siga siendo el caso en los años por venir.
El otro factor que opera en contra de Embiid: Las tendencias que actualmente surgen en el baloncesto. Con tanto énfasis en la creación de espacios y enceste a largas distancias, la presión sobre los gigantes, particularmente a la defensiva, es mayor que nunca. Pívots de mayor tamaño y más lento como lo son Embiid y Rudy Gobert han confrontado dificultades en los playoffs a la hora de combatir a equipos que los alejan de la cesta. Puesto de forma simple, es difícil que los gigantes reciban el balón, porque generalmente éstos necesitan que alguien se los entregue. Los jugadores perimetrales, por definición, tendrán mayores posibilidades de destacar en los momentos más importantes de los partidos porque siempre tienen el balón en sus manos.
A pesar de lo anterior, la NBA es una liga que siempre ha estado armada en torno a la estatura. Desde George Mikan hasta Bill Russell, y de Wilt Chamberlain a Kareem Abdul-Jabbar, pasando por Hakeem Olajuwon, O’Neal y Tim Duncan, la historia de la NBA puede contarse en mayor medida mediante el juego de sus pívots estrella. Embiid es el lógico heredero de esa rica tradición.
Mientras este deporte hace la transición en las postrimerías de la era de LeBron James, Embiid es una buena opción para sentarse en el trono de “El Rey” y hacerlo suyo.