Los tambores de guerra sonaron este sábado con más fuerza que nunca en el estrecho de Formosa después de que el Ejército chino violara la soberanía de Taiwán para ensayar paso a paso cómo invadirla. El simulacro llevado a cabo en el tercer y penúltimo día de maniobras disparó las alarmas mundiales ante la furia exhibida por el régimen de Pekín, que pretende demostrar a Estados Unidos que ha «jugado con fuego» por permitir que la portavoz del Congreso, Nancy Pelosi, visitara el martes la isla, pese a las numerosas advertencias lanzadas por el régimen de Xi Jinping.
El Ministerio de Defensa taiwanés respondió a la «fuerte provocación» de la segunda potencia mundial con el despliegue de patrullas aéreas y navales, al tiempo que activaba por segunda jornada consecutiva sus sistemas de misiles terrestres. El cruce de «varios» buques y aviones chinos de la línea media que divide las aguas territoriales fue calificado de «irresponsable» por la presidenta, Tsai Ing-wen, ya que hasta ahora siempre se había respetado esa demarcación imaginaria que históricamente había funcionado como una frontera no oficial.
Para dejar constancia de lo mucho que se han aproximado con los ejercicios, algunos incluso a menos de 20 kilómetros, Pekín difundió un vídeo de un piloto de la fuerza aérea que grabó la línea costera y montañas de la isla desde su cabina. El Ministerio de Defensa de Taiwán notificó, por su parte, que en la última operación en las proximidades de su zona de seguridad participaron 20 aviones de combate y 14 embarcaciones.
El viaje oficial de Pelosi a Taipéi parece haber dado a China el argumento perfecto para desatar la mayor crisis en el estrecho de Formosa desde 1990 y, de paso, dar rienda suelta a sus ambiciones soberanistas sobre la isla, a quien considera una provincia rebelde desde que los nacionalistas del Kuomintang se replegaron allí en 1949, tras perder la guerra civil contra los comunistas. Expertos taiwaneses recuerdan que las maniobras son el simulacro de un «bloqueo, asalto a objetivos marítimos, ataque a objetivos terrestres y control del espacio aéreo». En definitiva, el guion a seguir para arrebatar por la fuerza a las autoridades de Taipéi el control del territorio.
El profesor de la Universidad de Defensa Nacional, Ma Chen Kun, consideró en declaraciones al rotativo ‘Taipei Times’ que los ejercicios pretenden demostrar la capacidad del Ejército del gigante asiático para desplegar armas de precisión, cortar los vínculos de Taiwán con el extranjero y facilitar el desembarco de tropas. Esos objetivos se ha demostrado que son más que factibles para Pekín ya que, en apenas tres días, ha conseguido dejar literalmente rodeada a Taiwán, incluyendo su flanco este, una zona crucial porque sería el punto de acceso para la entrada de potenciales refuerzos estadounidenses.
«Si el Ejército chino ejecuta de verdad una invasión de Taiwán, las acciones concretas que va a tomar están todas incluidas en este ejercicio en particular: cortarán los vínculos de Taiwán con el mundo exterior y suprimirán la potencia de fuego de la defensa costera», avisó Ma Chen Kun.
Impacto comercial
Los efectos del cerco ya están teniendo impacto en la cadena de suministros mundial. No en vano, los barcos mercantes ahora se lo piensen dos veces antes de entrar en Taiwán, ya que la zona de simulacros se encuentra a menos de 15 millas náuticas del puerto de Kaohsiung, en el sur de la isla. El bloqueo impuesto por China busca impedir precisamente cualquier entrada o salida de buques y aviones tanto militares como de carga, con el consiguiente problema que plantearía esta cuestión ya que Taipéi es el principal fabricante de semiconductores del mundo, un componente esencial para sectores tecnológicos tan variados como la automoción.
El Consejo de Asuntos Continentales, el organismo taiwanés que gestiona las relaciones con China continental, denunció este sábado las «acciones brutales y deplorables» de Pekín. «Pedimos a todos nuestros socios democráticos de todo el mundo que sigan apoyando a Taiwán y contrarresten el comportamiento irresponsable de un régimen autocrático que socava la paz con su aventurerismo militar», dijo.
El Heraldo