Una reforma tributaria es un conjunto de cambios en las leyes y regulaciones fiscales de un país con el objetivo de modificar la estructura y funcionamiento del sistema impositivo. Estas reformas pueden abarcar una amplia gama de medidas, desde ajustes en las tasas de impuestos hasta la modificación de las bases imponibles, la creación de nuevos impuestos o la eliminación de existentes, y cambios en los procedimientos de recaudación y administración tributaria.
Los objetivos de una reforma tributaria pueden variar, pero generalmente incluyen:
Incremento de la Recaudación Fiscal: Aumentar los ingresos del gobierno para financiar el gasto público, como infraestructura, educación, salud y seguridad.
Redistribución de la Riqueza: Hacer el sistema fiscal más equitativo, asegurando que las personas y empresas con mayores ingresos contribuyan en mayor proporción al sostenimiento del estado.
Promoción del Crecimiento Económico: Fomentar la inversión y la actividad económica mediante la reducción de cargas fiscales sobre las empresas y los individuos, lo cual puede estimular el empleo y la producción.
Simplificación del Sistema: Hacer el sistema tributario más sencillo y menos costoso de administrar, tanto para los contribuyentes como para las autoridades fiscales.
Reducir la Evasión y Elusión Fiscal: Fortalecer los mecanismos de control y sanción para asegurar que todos los contribuyentes cumplan con sus obligaciones fiscales, disminuyendo las prácticas ilegales de evasión y elusión.
Adaptación a Cambios Económicos y Sociales: Ajustar el sistema fiscal a nuevas realidades económicas, como la digitalización de la economía, el envejecimiento de la población, o la necesidad de afrontar el cambio climático.
Cada país diseña su reforma tributaria de acuerdo con sus necesidades específicas, contexto económico y prioridades políticas, lo que puede resultar en un amplio abanico de enfoques y medidas concretas.