Pekín — En vísperas del Día de la Juventud de China, el presidente Xi Jinping ha alzado su voz para trazar un horizonte de compromiso y esperanza dirigido a las nuevas generaciones del país. En una carta con tono cálido pero cargada de firmeza ideológica, el mandatario instó a los jóvenes a dedicar su talento y energía a las grandes metas de la modernización nacional, sirviendo “donde la patria más los necesita”.
El mensaje no fue un comunicado cualquiera. Fue una respuesta directa a un grupo de docentes voluntarios que, lejos del bullicio de las grandes ciudades, siembran conocimiento en una escuela primaria del poblado fronterizo de Karajol, en la remota prefectura de Kizilsu, en la región autónoma uygur de Xinjiang, apenas a 47 kilómetros de la frontera con Kirguistán.
Xi, también secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China y presidente de la Comisión Militar Central, elogió con especial énfasis la labor de estos jóvenes educadores, destacando que su entrega “no solo ha promovido la educación local y la unidad étnica, sino que ha contribuido a la prosperidad y estabilidad a lo largo de la frontera”.
En un gesto simbólico y estratégico, el líder chino aprovechó la ocasión para rendir homenaje a los miles de jóvenes que, durante años, han respondido al llamado del Partido, viajando a regiones rurales y occidentales del país para servir como voluntarios. Para Xi, su actuar es testimonio de un espíritu de entrega, patriotismo y sentido de responsabilidad digno de ser emulado.
“Cultiven ideales firmes, desarrollen habilidades sobresalientes y trabajen con ahínco”, exhortó el presidente en su misiva, trazando una hoja de ruta moral y profesional para la juventud del país.
La carta fue provocada por una misiva anterior enviada por los propios voluntarios, quienes compartieron con Xi sus vivencias en las fronteras del país y reafirmaron su compromiso de seguir sirviendo en estos territorios que, aunque muchas veces invisibles, son estratégicamente vitales para el proyecto de nación que promueve Beijing.
En un contexto geopolítico cada vez más tenso, este llamado a la juventud no es solo una muestra de aliento. Es también una declaración política: la modernización de China no será solo urbana ni tecnológica; será integral, con raíces profundas en las zonas más alejadas, sostenida por la voluntad de una nueva generación dispuesta a construir la patria desde sus márgenes.
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