
“La cancha se está cayendo a pedazos. Literalmente”, denunció Randi Jiménez Guillen, uno de los líderes comunitarios que encabeza el llamado ciudadano. Según explicó, el deterioro de las gradas, la falta de iluminación, la pintura desgastada y el estado agrietado del suelo han convertido este espacio, que debería ser seguro, en un sitio peligroso y abandonado.
“En las noches la oscuridad reina en un lugar que debería proteger a nuestros jóvenes. Las gradas están desbaratadas y el piso pone en riesgo a quienes practican deporte”, expresó Jiménez, quien cuestionó el compromiso de las autoridades con el desarrollo comunitario y el apoyo al deporte local.
La comunidad no está solicitando lujos, asegura Jiménez, sino lo justo y necesario: que se pinte la cancha, se instalen luces funcionales, se reparen las gradas y se recupere la vitalidad de este espacio que durante tanto tiempo fue “el corazón activo de Las Guanábanas”.
El mensaje es claro: el deporte salva vidas. Mantiene a los jóvenes enfocados y alejados de la violencia y de los caminos equivocados. Sin espacios dignos para su desarrollo, advierten los comunitarios, se compromete el futuro de la juventud.
“Es tiempo de actuar. Las Guanábanas no merece una cancha olvidada, merece un espacio digno, seguro y lleno de vida”, concluyó Jiménez, reafirmando que la comunidad está lista para hacerse escuchar.
Entre líneas de código, matrices de riesgo y trazos de diseño, también habita un inconforme. Ingeniero en Sistemas y Computación, Analista de Riesgo de Crédito Corporativo, diseñador gráfico y crítico social. No me basta con entender el sistema: mi propósito es cuestionarlo, retarlo y transformarlo. Y si en el trayecto puedo ayudar a alguien más, entonces vale aún más la pena.
“Aquel que tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo.”
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