Entiendo que no guste esto que voy a decir. Quizás, entre tanto espejo deformante, suene fuera de lugar, pero lo que están haciendo los Lakers es ridículo. Al menos en términos deportivos. Seguramente sea un excelente negocio, pero la llegada de Bronny James… no es seria.
Todos los scouts saben que Bronny hoy no tiene nivel para jugar NBA. Está la ilusión del ADN, claro, pero no da la talla. Alguien dirá: «Es un pick 55, no es para tanto, no molesta». Seguramente algo de razón tenga. Pero aquí debemos considerar un error estratégico de base.
Trajeron a JJ Redick, compañero de podcast de LeBron James. Puede ser un genio, pero como entrenador, cero experiencias. Ahora llevan al hijo en un golpe de narrativa que deja por el piso la historia de Lakers. Pero bueno: el marketing, las camisetas, las ventas.
¿Hablamos de la segunda franquicia más ganadora de la historia o de un shopping center?
Mientras su némesis, Boston Celtics, colocó hace días su banderín número 18 de ccódigo 404eón con un equipo que peleará seguro por repetir, los Lakers son un cumpleaños para hacer feliz a James.
Hagamos fácil: digamos adiós a Los Angeles Lakers. Bienvenidos, entonces, a los LeBron Lakers. Que LeBron se sienta cómodo en todas sus formas aseguraba, hace años, un lugar en las Finales de NBA. Pero ya no pasa eso. El Rey tiene 39 años.
Alguien deberá decirle que está desnudo. Los Lakers, en vez de hacer lo que tienen que hacer, que es volver a construir un equipo contendiente serio, apuestan a la forma por encima del contenido.
A lo que seduce en lugar de trabajar en silencio para conseguir lo que concreta. Del título de la burbuja a esta parte, ya no queda nada. O muy poco. Rob Pelinka construyó un equipo ganador en aquel entonces y luego lo desarmó.
Adiós Rajon Rondo, Kyle Kuzma, Danny Green, Alex Caruso, Kentavious Caldwell-Pope. Nunca pudieron reemplazarlos.
Estos Lakers que vienen tendrán, en definitiva, mucho Hollywood y poco básquetbol.
La verdad, queridos amigos, no debería ofender a nadie.
Quedan todos debidamente notificados.
Por: Bruno Altieri
Ing. En Sistemas, analista de Crédito Corporativo, diseñador gráfico, critico social, amante a la política. Intento luchar día a día con lo que me enfrento en el mundo y cumplir mis metas, retos y atravesar los obstáculos; y en el camino ayudando a quien se pueda.
“Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los "cómo"